miércoles, 27 de agosto de 2008

Madonna no se cansa de resucitar

LA REINA DEL POP COMIENZA SU GIRA MUNDIAL EN GALES
  • Un cameo con Britney e imágenes de Teresa de Calcuta y Obama, parte de su show
  • Lució ocho atuendos, de la malla retro al hippismo revenido y al erotismo 'todo a cien'
  • Sevilla y Valencia son las ciudades españolas donde la diva hará acto de presencia
Madonna, durante el concierto en el Millennium Stadium de Cardiff. (Foto: AP) Vea más imágenes
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Madonna, durante el concierto en el Millennium Stadium de Cardiff. (Foto: AP) Vea más imágenes

CARDIFF (GALES).- Pues sí. En el concierto de Madonna apareció Britney. Fue un cameo fugaz y en pantalla gigante. Desquiciada, encapuchada y encerrada en un ascensor. Habrá quien vea en ello un guiño condescendiente de la maestra a la discípula en el arroyo. O bien un signo socarrón y maledicente de autoafirmación.

Seguramente hubo algo de las dos cosas. Es lo bueno de Madonna. Que no hace falta elegir. La diva es absorbente y omnicomprensiva y su show, un collage de iconos e ideas irreconciliables, unidos sólo por el hilo invisible de su descenso blasfemo hacia la inmortalidad.

Madonna inició el sábado su gira mundial en Cardiff, 'Sticky & Sweet Tour'. Llegó, vio y convenció. Y no sólo por los meneos a su pelvis de cincuentona sino por su flirteo –irónico, sincero o mediopensionista- con el sadomaso, el ecologismo o la religión.

El cameo de Britney no fue el único. Aderezaron el show los rostros de Al Gore, Desmond Tutu y Robert Mugabe. Hubo pinceladas-denuncia de las penurias del Tíbet, las hambrunas del África y el nomadismo gitano. Apareció en la pantalla la Madre Teresa de Calcuta, válgame Dios un credo. Y nos enteramos de que Madonna va con Obama. Faltaría más.

Pero las monsergas y el activismo de postal –bañados en cristales de Swarovski, zapatos de Miu Miu y prendas de Givenchy- nunca osaron pisar el centro del escenario. Sí lo hizo por supuesto la provocación, imprescindible estando ella de por medio. Lo de menos fueron los trucos de lencería, los tacones de aguja o los cien pares de medias de rejilla que según anunciaba el programa corretearían de un lado a otro del show. Lo de más, la escena en la que hace como que se lo hace con cuatro monjes y el 'Like a prayer', que cantó rodeada de verdugos y como una dominatrix mientras iban apareciendo en pantalla todos los hombres de Dios.

El concierto fue un rebuscado cóctel de sorpresas. Hubo un descapotable de época, una orquestilla de gitanos rumanos y un ejército de transparencias. 3.500 prendas de vestuario, 100 pares de rodilleras, 200 esponjas de maquillaje y una banda vestida con exquisitos trajes de Tom Ford.

Otro momento del concierto, con el descapotable retro exhibido. (Foto: AFP)
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Otro momento del concierto, con el descapotable retro exhibido. (Foto: AFP)

Ocho atuendos

Y luego estuvo ella, la diva, que cambió ocho veces de atuendo. Osciló como un péndulo entre Moschino y Stella McCartney, entre las mallas y los calcetines retro, entre el hippismo revenido y el erotismo de 'todo a cien'. Todo ello lo celebró el público, jubiloso y energético, entegado, que la jaleó como si no hubiera pagado hasta 200 euros por una entrada. Se suponía por cierto que se había vendido todo el papel, pero no se puede decir que no cupiera un alma. O a la organización se le escapó una mentira piadosa o los reventas no tuvieron el día.

En cuanto al leitmotiv del concierto, hay que buscarlo en el aliento camaleónico de la diva y en su voluntad inequívoca de no envejecer jamás. Sólo así se comprenden el título 'Sticky & Sweet Tour' –'Dulce y pegajosa'-, el estilismo de tienda de chucherías, las gafas de corazones de Lolita y los saltitos a la comba de colegial.

Madonna –que se dará en septiembre un garbeo por Sevilla y Valencia- parece decidida a cumplir años hacia atrás y convertirse cada dos o tres años en una mujer distinta. Todas se dieron cita el sábado por la noche aquí. La gitana, la mística, la reina del aeróbic, la puta, la feminista, y la boxeadora en ciernes.

Al fin y al cabo, Britney es un ángel caído y ella desafina pero sigue en pie. Marcando cuádriceps y cuerpo de gimnasio. Cualquiera diría que por ella han pasado 50 primaveras...

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