“Todo el mundo sabe cómo somos los hombres, y los ciclistas somos muy masculinos pese a llevar mallas apretadas y depilarnos las piernas”, explicaba José Joaquín Rojas. “Así que, antes de bajarnos de la bici y humillarnos delante de un desconocido reconociendo nuestra ignorancia, siempre preferimos tirar para adelante y que sea lo que dios quiera. Hemos tenido suerte y hemos llegado a Barcelona, que al menos es una ciudad española, bonita y, sobre todo, reconocible. Por lo menos ahora ya sabemos dónde estamos y podemos reconducir la ruta”. Para el año que viene se ha sugerido que, como mínimo, haya una mujer entre el pelotón, para que alguien se atreva a preguntar en caso de duda o haga el esfuerzo de mirar un mapa “lo entienda o no”.
No es la primera vez que el Tour de Francia transcurre por tierras que no son galas. Hace tres años, los ciclistas llegaron al sur de Italia siguiendo a una ardilla que “les picó adelantándoles”. El pelotón saldrá hoy en dirección a Montpellier para, una vez allí, recuperar el itinerario previsto. “Nos han dicho que tiremos todo recto y que cuando veamos los Pirineos vayamos para la derecha siguiendo la costa, que no tiene pérdida”, explicaba el suizo Fabian Cancellara, actual líder de la clasificación. “Y que si vemos el Vaticano pues será que nos hemos pasado”.
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