Las viudas negras, esposas de guerrilleros y militantes islamistas del Cáucaso del Norte que han perdido la vida en enfrentamientos con el Ejército o a manos de los servicios secretos rusos, sembraron ayer el terror en el Metro de Moscú. Dos de estas mujeres, según el Kremlin, se suicidaron haciendo estallar las cargas explosivas que portaban y causaron 38 muertos y cerca de un centenar de heridos. Tras el ataque, que fue masivamente repudiado por la comunidad internacional, EEUU activó un plan especial de seguridad.
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