Ayer nos encontrábamos con una noticia publicada por El País comentando las declaraciones de la Asimelec (Asociación Española de Empresas de Electrónica y Comunicaciones) donde decía que la mayoría de los TDT no servían para la TDT de pago, ya que no disponían de la tecnología compatible con la compra de contenidos a través del espectro radioeléctrico. Dejando a un lado que la noticia puede venir algo manipulada debido a que está publicada en un medio que en estos momentos no quiere la TDT de pago, tenemos que preguntarnos otra cosa ¿estamos preparados para la TDT?
Si miramos los datos de que hay un 92% de cobertura digital, que más de 17 millones de usuarios tienen un decodificador y que unos 12 millones ven la televisión habitualmente a través de la señal digital podríamos decir que sí, pero si miramos los datos de audiencia y el conocimiento de la gente de a pie sobre la TDT, la respuesta cambia a un quizá o un rotundo no.
¿Por qué ocurre esto? Pues porque la gente sigue acostumbrada a los contenidos analógicos, es decir, a ver las cadenas generalistas que dan contenido de todos los tipos, y pasan olímpicamente de los canales de televisión digital terrestre, y la disculpa no es que los canales “nuevos” no paran de poner teleconcursos y publicidad (porque ya no es del todo cierto), sino porque la gente no se acostumbra a cambiar de canal. Con la TDT pasa algo muy similar a con Cuatro o laSexta, que la gente no las veía en un principio porque, o bien no las tenían sintonizadas, o bien no estaban acostumbrados a zappear por esos diales que antes no tenían.
Para que la gente se acostumbre a la TDT hará falta o tiempo, o un revulsivo que haga a la gente conocer a fondo la TDT, y ese revulsivo puede ser la TDT de pago, ¿o acaso alguien no aprenderá como funciona su decodificador si puede comprar el partido de su equipo favorito por menos de lo que le cuesta una caña en el bar?
En definitiva, que ahora mismo, aunque sí lo estemos técnicamente, no estamos preparados mentalmente para la TDT, algo que aún no sé si es bueno o malo la verdad.
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