Creemos, a veces, que no queda ni siquiera un dragón, ni un caballero andante, ni una sola princesa deslizándose por secretos bosques encantando con su sonrisa a los venados y a las mariposas.
Creemos, a veces, que nuestra era ha dejado atrás toda frontera, ha dejado atrás toda aventura. El destino está lejos por sobre el horizonte; las sombras refulgentes pasaron al galope tiempo ha, y han desaparecido.
Qué gusto equivocarse.
Princesas, caballeros, hechizos y dragones, misterio y aventura... no sólo existen aquí y ahora: ¡son todo lo que siempre vivió sobre la tierra!
En nuestro siglo han cambiado vestimentas, por supuesto. Los dragones hoy usan ropajes de gobierno, y trajes de fracaso, y equipos de desastre. Los demonios de la sociedad, bajan en remolino hacia nosotros, si apartamos del suelo la mirada, si osamos girar a la derecha en los recodos donde nos fue ordenado virar hacia la izquierda. Tan hábiles se han vuelto las apariencias que princesas y caballeros pueden esconderse las unas de los otros, y pueden esconderse de sí mismos.
Richard Bach en Puente hacia el infinito
Creemos, a veces, que nuestra era ha dejado atrás toda frontera, ha dejado atrás toda aventura. El destino está lejos por sobre el horizonte; las sombras refulgentes pasaron al galope tiempo ha, y han desaparecido.
Qué gusto equivocarse.
Princesas, caballeros, hechizos y dragones, misterio y aventura... no sólo existen aquí y ahora: ¡son todo lo que siempre vivió sobre la tierra!
En nuestro siglo han cambiado vestimentas, por supuesto. Los dragones hoy usan ropajes de gobierno, y trajes de fracaso, y equipos de desastre. Los demonios de la sociedad, bajan en remolino hacia nosotros, si apartamos del suelo la mirada, si osamos girar a la derecha en los recodos donde nos fue ordenado virar hacia la izquierda. Tan hábiles se han vuelto las apariencias que princesas y caballeros pueden esconderse las unas de los otros, y pueden esconderse de sí mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario