Gates sigue en el Pentágono. En el segundo mandato de Bush, ha sido el antiRumsfeld. Ha descartado nuevas aventuras militares (es decir, Irán) y es la ficha conservadora que ofrece Obama para demostrar que no será tan sectario como Bush. El acuerdo entre Irak y EEUU sobre las tropas norteamericanas alivia las posibles discrepancias que pueda haber entre ambos. La retirada será un hecho, por lo que es de suponer que no habrá un debate ideológico sobre el asunto, sino sólo sobre la forma de llevarla a cabo. Obama insiste en que no renuncia al periodo de 16 meses para traer a casa a la mayoría de los soldados. Veremos.
El ex general James Jones es otro guiño a los que siempre han mandado. ¿Quién puede decir que está en contra de un ex jefe militar de la OTAN? Se supone que Obama sabe algo de él que los demás ignoramos. Nadie conoce sus ideas políticas, quizá porque nunca se ha molestado en expresarlas en público. Vale que no tenga una arquitectura geoestratégica en la cabeza, pero ¿cuál es su visión de las relaciones internacionales con la que va a asesorar al nuevo presidente?
Los medios proisraelíes prevén una relación difícil entre Jones y Hillary Clinton, sólo porque Jones, cuando fue enviado por la Administración Bush a la zona, no se limitó a cantar las maravillas del Estado de Israel. Un informe confidencial escrito por él era muy crítico con la ocupación israelí, dicen, pero nunca fue difundido. El origen de la discrepancia venía de antes. Jones tenía el encargo de Washington de hacer algo por la reforma de las fuerzas de seguridad palestinas para que el Gobierno de Abás pusiera fin a la violencia contra Israel. Cuando el general empezó a hacer su trabajo, vio pronto cómo los israelíes se negaban a permitir que se diera a esos policías las armas necesarias para hacer su trabajo. Jones debió de quedar bastante perplejo.
La única opción novedosa es la representación de minorías. Había ocho personas en la presentación de los nuevos cargos: tres negros (Obama, Rice y Holder), tres mujeres (Clinton, Napolitano y Rice) y tres de esa especie política antes endémica y ahora con miedo a ver peligrar su existencia: el varón blanco (Biden, Jones y Gates). Todo muy repartido. Algunos ya le han llamado el 'Gobierno Benetton'.
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