Escribió poéticamente Néstor Álamo a las “Sombras del Nublo”, a las que luego cantaría Mary Sánchez hasta la extenuación. A buen seguro que poeta y cantante evocan a esa amplia fresca que extiende el macizo del nublo sobre Tejeda y sus alrededores en las horas bajas de sol. Ni por un momento se les ocurrió pensar en la sombra pequeña y vertical que genera el monolito en horas de mediodía, cuando la penumbra no alcanza ni para cubrir sus propios pies.
Sobre esta sombra, la de medio día, reflexionaron mentes menos poéticas y más negociantes (en el peor sentido de lapalabra). Concluyeron que el sombrajo bien daba para asocar un chiringuito donde ofrecer unas latas de fresco Clipper al acalorado caminante que alcanzara la base del Nublo. Y allá lo montaron.
La fotografía es de www.laprovincia.es
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