miércoles, 27 de agosto de 2008

Beatriz Reyes: "Doy gracias a mi angelito de la guarda por haber sobrevivido"

La vecina de Valleseco, que salió casi ilesa del avión siniestrado, llega a Gran Canaria tras recibir el alta médica


LOURDES S. VILLACASTÍN -MADRID.
"Siento una inmensa alegría y mucha tristeza porque yo puedo contarlo. No sé. No puedo expresarlo. Estoy muy apenada por lo sucedido. Lo que quiero es que termine, saber qué ocurrió y ver todo esto como una experiencia desagradable". A Beatriz Reyes Ojeda, una de las 18 personas supervivientes del accidente aéreo del vuelo Spanier 5022, se le entrecortaba ayer el habla en el hospital Infanta Sofía de Madrid al tratar de explicar a los medios de comunicación cómo se sentía después de haber logrado escapar del terrible suceso que ha sesgado la vida a 154 personas.

La joven canaria, que sufrió tan sólo una herida en una pierna, estuvo muy tranquila durante la rueda de presa que ofreció en el centro sanitario, donde fue ingresada desde el primer día del accidente. Su entereza se venía abajo al recordar a sus "islas bonitas" y las víctimas. "Sé que están llegando allí los cuerpos y que yo lo haré caminando. Pero debo seguir", señaló. Hoy mismo vuela hacia Las Palmas de Gran Canaria.

"Un abrazo enorme, enorme, para las familias de las 154 víctimas de este trágico accidente. Sé que están llorando. Y en mi tierra más porque es muy pequeña. Un abrazo a cada uno de ellos y mucha fuerza y ánimo a los 17 que aún están convalecientes". Estas fueron las primeras palabras de Beatriz, natural de Valleseco, al llegar a la sala donde la esperaban los medios informativos en silla de ruedas y acompañada del consejero de Sanidad de la comunidad de Madrid, de la gerente del hospital, Carmen Martínez, y de parte del equipo médico. Es la segunda persona herida que regresa a casa. El lunes lo hizo el pequeño Roberto Álvarez, de seis años,

POCOS DETALLES. De lo que sucedió durante los minutos previos al accidente pocos detalles. "Yo me senté y de lo único que me acuerdo es que el avión subió, bajó, fue hacia la derecha y luego a la izquierda. Nunca fui consciente de lo que estaba ocurriendo hasta que el estómago me subió y me bajó bruscamente", relata. El vuelo, según Beatriz, se desarrollaba en un "ambiente normal". Sólo recuerda que el avión no iba con tanta velocidad "como otras veces". Pero Beatriz duda. "No sé...Como el avión había regresado y vuelto a salir", dice a los periodistas. Tampoco oyó ninguna explosión.

Beatriz, que regresaba a Gran Canaria tras unas vacaciones en Johannesburgo (Sudáfrica) cuenta que se "agarró" al sillón 5B que le habían asignado en el vuelo Spanair 5022 y que se aferró a sí misma. Durante los minutos previos al impacto recuerda que "oía voces pero no sé que decían". No puede señalar el tiempo que pasó entre que el aparato despegó y tuvo problemas, hasta que se estrelló en la pista de salida de Barajas. Cuando despertó de la pesadilla dice que se levantó y la vista se le nubló. "Di gracias a mi angelito de la guardia porque había sobrevivido y salí del aparato", dice.

Su 'angelito' particular le dio aún fuerzas a Beatriz para sacar del avión a dos niños y apartarlos de las llamas y del peligro. Una acción de coraje y valentía que esta directora de una sucursal bancaria de la Caixa Galicia, no da importancia. "Sé que se me ha valorado por eso pero cualquiera los hubiera sacado de allí". Recuerda que uno de ellos tenía una camiseta roja y una "carita morenita" pero no recuerda sus nombres. A ellos los ha enviado hoy "muchos besos y fuerza para seguir adelante".

Beatriz, que tuvo la valentía de hacerse un torniquete en la pierna derecha con su propio pantalón sin tener conocimientos de primeros auxilios, agradeció el apoyo y la ayuda que recibió desde el primer momento. Desde los equipos de emergencia del aeropuerto que le prestaron "el móvil"para llamar a su familia, pasando por el personal que la trasladó en ambulancia hasta el hospital Infanta Sofía, al norte de la capital y a pocos kilómetros del aeropuerto de Barajas, y, por supuesto al equipo médico.

También a su empresa. "Me he sentido mejor que en mi casa. No me ha faltado de nada. Me han dado besos, achuchones y caricias", comentaba respecto al trato del personal sanitario. También recibió unas gafas, ya que las suyas las perdió durante el accidente.

VER A SUS PADRES. Su deseo más inminente es ver a sus padres "porque están sufriendo la presión de los medios de comunicación". Consciente de que su testimonio tiene gran valor ha decidido relatar su experiencia ante todos para que la pesadilla acabe cuanto antes y pueda volver a la normalidad. No se demoró y poco antes de las dos de la tarde salió del hospital despistando a los periodistas que la esperaban en la puerta principal del centro sanitario.

Cree que "el 20 de agosto volví a nacer" en Madrid y, quizá por ello, ha estado en la planta de Obstetricia del hospital Infanta Sofía, en la habitación 441, custodiada por una agente de seguridad del centro sanitario. Durante este tiempo ha estado acompañada por su hermana y algunos familiares y amigos que viven en Madrid.

Los médicos afirman que la única secuela física que le quedará será "una cicatriz" en la pierna aunque no saben si habrá heridas psicológicas.

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