Según informó el domingo el diario Yemen Times en su página web, Nayud Mohamad Naser consiguió huir de la casa del "marido" hace una semana y llegar a un tribunal de primera instancia de la capital yemení en busca de refugio y ayuda para conseguir el divorcio.
Nayud describió al presidente de la corte, Mohamad Al Qadi, cómo el "marido” le maltrataba, le golpeaba y le obligaba a dormir con él. "Intentaba huir de una habitación a otra, pero me perseguía, me pegaba y hacía conmigo lo que deseaba sin que yo entendiera nada de lo que ocurría”, “Lloraba mucho, pero nadie me ayudaba hasta que conseguí huir y llegar al tribunal”, denunció la pequeña.
El juez ordenó la detención del marido y del padre, aunque este último fue puesto en libertad, debido a problemas de salud.
Según confirma el diario yemení, los matrimonios de menores son frecuentes en Yemen, donde no hay ninguna legislación que los prohíba y sin que, por el momento, se contemple un cambio en la legislación.
Da pie y ganas de decir muchas cosas al conocer la existencia de esta noticia y más aún si no estamos hablando de un caso aislado, en el supuesto de que este tipo de situaciones puedan ser frecuentes en Yemen, país miembro de la ONU, o en cualquier otro punto del planeta. Sobre todo, no ya porque pueda existir una subcultura (que uno quiere imaginar completamente analfabeta, residual y perdida del mundo) que lleve a cabo este tipo de aberraciones que defecan sobre la esencia del ser humano, sino porque el sistema legal de un país no tutela a sus niños debidamente, permitiendo tácito que estos crímenes incalificables se produzcan. Pero antes de demonizar o dar pie a generalizaciones tópicas sobre razas, culturas o religiones, - miremos los titulares de nuestros propios periódicos todos los días - si alguno de vosotros puede contextualizar esta noticia, para traernos algo de luz, o quien sabe si incluso tranquilidad y un poco de serenidad, que por favor se anime y lo haga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario