
El Gobierno indio pondrá cunas en todos los distritos del país para que los padres puedan abandonar allí a sus recién nacidas cuando no quieran criarlas, con el fin de aliviar los dos millones y medio de feticidios y asesinatos de niñas que registra el país cada año.
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El fenómeno, unido a la malnutrición, ha hecho aumentar la mortalidad infantil femenina en los estados del norte de la india, un fenómeno que descompensa el equilibrio demográfico entre hombres y mujeres en la India.
La situación ha empeorado desde 2003, cuando se introdujeron de manera masiva las ecografías, que permiten determinar el sexo de los fetos, y las nuevas técnicas abortivas, que empujaron a muchas familias a matar al feto tras conocer su sexo, según explicó la directora de la ONG Centre for Social Research (CSR), Ranjana Kumari.
Un aborto, 26 euros
En ciertos poblados de la región de Madhya Pradesh, en el centro del país, una ecografía cuesta 350 rupias (unos seis euros), mientras el aborto se cotiza a 26 euros, según el rotativo indio ‘The Times of India’.
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Para muchos padres, el infanticidio o dejar morir a sus hijas es preferible a pagar una dote a la familia del novio en el momento de pactar el matrimonio, una costumbre que se conserva en la India, un país donde el hijo varón perpetúa el linaje, hereda la propiedad y cuida de sus padres en la vejez, al contrario que la mujer.
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